martes, 26 de abril de 2011

El ángel de los niños

Refiere una antigua leyenda que un niño que todavía no había nacido, le dijo un día a Dios:
-Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ¿Cómo viviré allá tan pequeño y tan débil como soy?
-Entre los muchos ángeles escogí uno que te esperará- le contestó Dios.
-Pero dime Dios, aqui en el cielo no hago más que cantar y sonreír y eso basta para mi felicidad. ¿Podré hacerlo allá?
-Yo enviaré un ángel para que cante y sonría para ti todos los días. Y te sentirás feliz con sus canciones y sonrisas.
-¿Y cómo entenderé cuando me hablen si no conozco el extraño idioma de los hombres?
-Un ángel te hablará las palabras más dulces y más tiernas que escuchan los humanos. Él te enseñará.
-¿Qué haré cuando quiera hablar contigo?
-Un ángel juntará tus manitas y te enseñará una oración.
-Señor, he oído que en la tierra hay hombres malos, ¿quién me defenderá?
-Un ángel te defenderá aunque le cueste la vida.
-Señor-le dijo el niño- pero estaré siempre triste porque no te veré más, me sentiré muy solo.
-Un ángel te hablará siempre de mí y te mostrará el camino para un día volver a mi Presencia.
En ese instante una inmensa paz reinaba en el cielo, no se escuchaban voces terrestres. El niño repetía suavemente: Señor, dime el nombre del ángel. Señor, dime el nombre del ángel..Quiero saber su nombre.
-El Señor contestó: se llama: Mamá.

martes, 19 de abril de 2011

La peor mamá del mundo

Yo tuve la peor mamá del mundo. Mientras que los otros niños podían irse a la escuela sin desayunar, yo tenía que comer todo el cereal, el huevo y el pan tostado. Cuando los demás niños tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que conformarme con comer siempre comidas nutritivas.

Mi madre insistía en saber todo lo que hacíamos y donde estábamos, parecía que estábamos encarcelados; tenía que saber quiénes eran nuestros amigos. Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una hora, de hecho tardáramos una hora y no dos.

Me da vergüenza admitirlo, pero hasta rompió la "Ley contra el trabajo de los niños menores", e hizo que laváramos los trastos, tendiéramos nuestras camas, aprendiéramos nuestras tareas de la escuela y muchas cosas más; hasta creo que se quedaba despierta por la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer, tan sólo por molestarnos: Que lávate los dientes, cepíllate el cabello, respeta a los mayores, obedece...

Siempre insistía en que dijéramos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Así, entre tanta crueldad, transcurrió mi infancia. Para cuando llegamos a la adolescencia y fue más sabia, nuestras vidas se hicieron aún más miserables. Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo, nos avergonzaba hasta el extremo de obligar a nuestros amigos a llegar hasta la puerta de la casa para preguntar por nosotros.

Pasaron los años y resulta que todos sus hijos somos felices. Hemos sabido superar las dificultades de la vida y desarrollar magníficas relaciones tanto en la familia como en la iglesia y en nuestros trabajos. ¿A quién debemos culpar de nuestra situación actual?

Tienen razón, a nuestra "Mala Madre".

Verán lo que nos hemos perdido: Nada que valga la pena.

Hemos descubierto que nuestra "mala madre" es en realidad la mejor del mundo. Gracias a ella mis hermanos y yo nos hemos propuesto continuar el camino trazado por Jesús: Vivir para servir. Así es el amor.

Estamos tratando de educar a nuestros hijos como lo hizo nuestra madre. Estoy llena de orgullo cuando mis pequeñitos me dicen que soy "mala". Sonrío recordando mis propios arrebatos de cólera y le doy gracias a Dios por haberme dado a la "Mamá más mala del mundo".


jueves, 14 de abril de 2011


Los "orígenes" de la Semana Santa


















La Semana Santa es la fiesta cristiana por antonomasia. Fue en Tierra Santa donde se inició la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, creándose una liturgia específica y generando las primeras procesiones, no con imágenes como en la actualidad, sino con las propias reliquias de la Pasión.
Interesante resulta el testimonio de la peregrinación que realizó a los Santos Lugares a finales del s. IV, entre los años 381 al 384, Eteria, una religiosa de ascendencia noble y notable cultura. Oriunda del NO español, posiblemente del Bierzo, Eteria se revela en sus escritos como una mujer inquieta, de ilimitada curiosidad y profundamente religiosa. En su viaje a Tierra Santa, detalla la liturgia y las celebraciones por las calles y alrededores de Jerusalén, comentando que, “son parecidas a las que se realizan en mi tierra”. Este dato curioso que ofrece la religiosa, muestra que ya en el s. IV existían por la zona leonesa procesiones o manifestaciones religiosas que conmemoraban en la calle la pasión y resurrección de Jesucristo.
Sin embargo, los antecedentes de la Semana Santa, que en principio pudiera pensarse que son perfectamente conocidos, se pierden en la noche de los tiempos, resultando fundamental su entronque con las antiguas celebraciones hebreas, que a su vez enlazan con los antiguos cultos mágicos y supersticiosos que tienen su origen en las celebraciones del inicio de la primavera.
Las conmemoraciones ancestrales de la llegada de la primavera, se caracterizan especialmente por dos ritos que en principio no tienen nexo de unión: el pan ácimo y la sangre del cordero, ceremonias pertenecientes a sociedades agrícolas y nómadas respectivamente, que son dos culturas, dos mundos completamente distintos. La primera refleja la preocupación de los primeros agricultores que, tras obtener la incipiente cosecha de la temporada, procuraban no mezclarlo con la levadura de la cosecha anterior, era un acto de renovación. La segunda, el ritual de las tribus de pastores nómadas, coincide con el brote de los pastos en primavera y el nacimiento de las primeras crías, y consistía en sacrificar un cordero con el fin de obtener fecundidad y prosperidad, a la vez que derramaban la sangre alrededor de su tienda o refugio con el fin de evitar la entrada de espíritus malignos.
Con el paso del tiempo, las tradiciones del pan sin fermentar y la sangre del cordero se funden en el pueblo judío, como consecuencia de la penetración en la región agrícola de Canaán de tribus nómadas procedentes del norte, y se detallarán y mencionarán en la Biblia como vínculo de origen, cultura, creencias y simbolismo que identifica al hombre hebreo con la actitud de sus antepasados, haciéndole partícipe de un espíritu común a través del tiempo.
Estos dos ritos se asociarán con la liberación del pueblo de Israel después de varios siglos de cautiverio en Egipto (s. XVI a.C.), y serán el origen de la Pascua judía, la conmemoración de su salida de Egipto después del envío de la última y más terrible de las diez plagas que Yahvé envió sobre los opresores. El Señor, según relata el Éxodo, alerta a Moisés y Aarón de que un ángel exterminador (el atávico espíritu maligno) pasará dando muerte a todos los primogénitos, por lo que los hebreos deberán protegerse señalando las puertas de sus casas con la sangre de un cordero sacrificado (Ex. 12, 1-28).
El suceso ocurre en la fiesta del pan sin levadura, y precisamente será el pan sin fermentar el que se llevarán al huir precipitadamente de Egipto (Ex. 12, 32-39). El rito nómada de la sangre protectora se volverá religioso, y la ceremonia de origen agrícola, el pan ácimo, se tornará en acontecimiento histórico, adquiriendo una nueva dimensión: el cambio milagroso de la totalidad de un pueblo de la servidumbre y la esclavitud, a la vida y la libertad. A partir de ese momento, el pueblo judío celebrará la Pascua (pésaj), que viene a significar “tránsito” o “paso”.
Sin embargo, la fecha de celebración siempre fue imprecisa y variaba en el día de la semana y entre las propias comunidades judías. Con la confección de un nuevo calendario, que tampoco es puesto en práctica por la totalidad de los hebreos, la celebración de la Pascua se realizará en el que será el primer mes del año bíblico, el día 14 del mes nisán, (Ex. 12,2 y Lv. 23, 5-6). En la actualidad, el pueblo judío celebra la Pascua el primer día de luna llena, tras el equinoccio de primavera, este año el 20 de abril.
En cuanto a la celebración de la Pascua por parte de los cristianos, tiene su inicio y entronque en la fiesta hebrea. La pasión, muerte y resurrección transcurren durante la celebración de la Pascua judía, y Cristo, con la celebración antes de su pasión y muerte de la denominada “última cena”, instituye la conmemoración cristiana partiendo de la ceremonia propiamente judía en la primera luna llena de primavera contando con los mismos elementos, pero trasmitiendo un nuevo mensaje: pan=cuerpo y vino=sangre, “haced esto en recuerdo mío” (Lc. 22,19).
No es de extrañar, que los primeros cristianos continúen celebrando la Pascua del Señor al mismo tiempo que los judíos, en la noche del plenilunio del primer mes de primavera. El papa Víctor, en el s. II, se aleja de la coincidencia hebrea y traslada la fiesta al domingo de la semana de la primera luna llena, con el fin de celebrar la Resurrección.
En el Concilio de Nicea del 325 d.C, se acordó que la Pascua, el Domingo de Pascua o Resurrección, se celebrará siempre después del equinoccio de primavera, y será el domingo siguiente al plenilunio, cuya fecha oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
En cuanto a las conmemoraciones de la Semana Santa actuales, ya comentamos que Eteria aseguró la existencia en el s. IV de celebraciones y manifestaciones por las calles. En la Baja Edad Media, se extiende la realización de escenificaciones durante el Jueves y Viernes Santo, como fin didáctico para el pueblo: el lavatorio, vía dolorosa, crucifixión, etc. Tras la celebración del Concilio y Trento y en plena Contrarreforma, entran en decadencia las representaciones y empiezan a realizarse escenas de pasión compuestas por imágenes que se procesionan a hombros de hermandades para evitar la heterodoxia y el descontrol habitual que a veces suponían las representaciones en vivo, resultando éstas, según la jerarquía religiosa y política, muy perniciosas para la vida espiritual y religiosa, reiterando continuamente las prohibiciones para su representación.
Salvo alguna importante excepción que a llegado hasta ahora, en el s. XIX el Estado y la Iglesia consiguen eliminar las escenificaciones religiosas, aunque no se logra postergar por completo las procesiones de tallas sobre pasos o tronos que, a duras penas, se mantienen en Andalucía, León y Castilla, aunque adaptadas a una nueva época, sobre todo en las principales ciudades, aunque muy alejadas de sus componentes trágicos y medievales.


miércoles, 13 de abril de 2011

Semana Santa para niños

HOLA, NIÑOS

Somos cuatro amigos de Jesús de Nazaret. Nos llamamos Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Y nos gustaría contaros una historia, que sucedió hace casi dos mil años. Aunque haya pasado el tiempo nos acordamos muy bien. Seguro que vosotros tampoco la olvidaréis.
Este es Jesús, nuestro amigo

Al final os haremos algunas preguntas. Si leéis con atención, acertaréis.

SAN MATEO (Domingo de Ramos)

Hola, amiguitos. Soy el Evangelista san Mateo. Mirad, por aquel entonces Jesús era una persona muy conocida en Jerusalén y en toda nuestra tierra. Había predicado a miles de personas, había curado a ciegos, cojos, paralíticos y enfermos de toda clase. Todos le querían. Bueno, casi todos. La verdad es que algunas personas importantes no lo querían nada: le tenía envidia, no aceptaban sus palabras y se enfrentaban con él.
Un día entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los  cambiaban dinero y los puestos de los vendedores de palomas. Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella una cueva de bandidos!». Aquel día los que no querían a Jesús se enfadaron todavía más.
Jesús en el templo, echando a los vendedores

Jesús, que no era nada tonto, se daba cuenta y a veces nos decía: “Mirad que tengo que sufrir mucho, me matarán y a los tres días resucitaré”. Nos lo dijo en muchas ocasiones, porque nosotros, los discípulos, no nos lo podíamos creer. Sin embargo, poco a poco nos fuimos convenciendo de que había mucha gente que quería matar al maestro. Sin embargo unos días antes de que lo crucificaran ocurrió algo fantástico.
Jesús y los discípulos estábamos cerca de Jerusalén y el maestro dijo:
—Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos.
Fueron dos discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada.
Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
—¡Viva el Hijo de David!
—¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
—¡Viva el Altísimo!
Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada:
—¿Quién es éste?
La gente que venía con él decía:
—Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.
Jesús entra en Jerusalén subido en una borrica

Cuando vimos y oímos todo esto, nosotros, sus discípulos nos llenamos de alegría. También Jesús estaba contento, aunque algunos dicen que se le notaba un poco preocupado. Sabía que todo podía cambiar de un momento a otro. Todos decían: “viva”, pero podían cambiar pronto de opinión.
¿Os ha gustado la historia? Leed ahora lo que nos cuenta Mateo.



SAN MATEO.-
Juan y yo, Mateo, os vamos a contar algunos detalles de la cena más especial en la que nunca hemos participado. Todas las familias de nuestro pueblo se reunían aquella noche. Comían y bebían, recordaban cómo Dios los había liberado de la esclavitud de Egipto y le daban gracias.
Jesús y cada uno de los discípulos habíamos celebrado muchas veces la cena de Pascua. Pero esta cena fue distinta. Ocurrieron cosas tan profundas, que casi no las sé explicar.
En un momento de la cena, Jesús tomó un pan y lo partió despacio, como si quisiera que no nos perdiéramos nada de lo que hacía y decía. Nos miró a cada uno de los doce apóstoles y nos dijo estas palabras:
        —Tomad, comed: esto es mi cuerpo.
Jesús, partiendo el pan para nosotros

Y después, cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
—Bebed todos; porque esta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.
Jesús con el caliz

Si os digo la verdad, he de confesaros que no entendimos casi nada de lo que nos decía. Pero poco a poco nos dimos cuenta de lo que Jesús nos quería enseñar con sus gestos y palabras. Nos daba un poco de pan y un poco de vino, pero con ese pan y en ese vino nos regalaba algo mucho más valioso: su amor y su vida.
Aún ocurrió otra cosa que nos dejó a todos impresionados, sobre todo a Pedro. Juan os lo cuenta:

JUAN:

Cuando menos lo esperamos, Jesús se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ata al cinturón; luego echa agua en una palangana y se pone a lavarnos los pies a nosotros, sus discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Nadie se atrevía a hablar. Sólo algunos esclavos lavan los pies de sus señores... No podíamos comprender cómo Jesús, que era nuestro jefe, nuestro Señor, pudiera caer tan bajo.
Todos nos dejamos lavar los pies, pero cuando se acercó a Pedro, éste le dijo:
—Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Pedro no quiere que Jesús le lave los pies

Jesús le replico:
—Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.
Pedro le dijo:
—No me lavarás los pies jamás.
Jesús le contestó:
—Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.
Simón Pedro le dijo:
—Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo:
—Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio.
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
       —¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «El Maestro» y «El Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
¡Cuántas cosas nos enseñó Jesús en aquella cena! No las olvidaremos jamás.


SAN MARCOS (Viernes Santo)

Yo soy el Evangelista San Marcos y os voy a contar la parte más triste de la vida de Jesús. Cuando ocurrió esta historia, yo no era discípulo de Jesús. Era todavía muy joven, pero vi todo lo que pasó. Jesús era para mí una persona especial. Escuchadme con atención
¿Os acordáis de lo que os han contado San Juan y San Mateo? Ellos os han contado lo que sucedió en la cena. Y yo os voy a contar lo que pasó después.
Jesús salió de la sala y se llevo a Pedro, a Santiago y a Juan, y marcharon al Monte de los Olivos. ¡Qué triste estaba Jesús! Sabía que pronto lo iban a matar. Cuando lo pienso me dan ganas de llorar. Decía:
—Me muero de tristeza.
Y rezaba, lleno de terror:
—Padre: tú lo puedes todo, Líbrame de la muerte. Pero  que no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
Mientras Jesús rezaba, sus discípulos se durmieron. ¡Qué poco aguantaron! ¡No entendían nada de lo que estaba pasando!
Jesús rezando, lleno de tristeza

Cuando estaba hablando con Pedro, Santiago y Juan, se presentó Judas, uno de los  discípulos más cercanos, y con él gente con espadas y palos, mandada por las autoridades. Ellos sujetaron a Jesús y se lo llevaron.
Judas había traicionado a Jesús a cambio de unas monedas.
               
        Dieron a Judas 20 monedas                          Lo arrestaron de noche. No se defendió

Y todos sus amigos, se asustaron, lo abandonaron y huyeron.
Yo miraba escondido todo lo que sucedía. Tan sólo me cubría una sábana. Alguien me quiso agarrar pero, soltando la sábana, me escapé desnudo.
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los jefes religiosos. Lo acusaban de muchas mentiras y al final lo condenaron a muerte por decir una verdad, por confesar que él era el Hijo de Dios.
Los soldados y los criados le escupieron y lo abofeteaban.
El pobre Pedro no se atrevió a decir que él era seguidor de Jesús. ¡Qué mal lo paso! Tenía mucho miedo. Cuando canto un gallo, se dio cuenta de lo que había hecho y lloró muchísimo. 
Pedro
Al día siguiente, los sacerdotes con los ancianos entregaron a Jesús a Pilato.
Pilato quería saber la verdad, y se dio cuenta de que Jesús era inocente. Pero no quería quedar mal con los sumos sacerdotes. Como no sabía ya que hacer preguntó al pueblo
—¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?
Y el pueblo, engañado por los jefes religiosos gritaba
—Crucifícalo. Crucifícalo.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio de Pilato. Le pusieron  una corona de espinas, que habían trenzado, le golpearon la cabeza con una caña y le escupieron. Jesús callaba, no abría la boca. A nadie devolvió mal por mal
Terminadas las burlas, le pusieron una cruz en sus espaldas y llevaron a Jesús a un monte. Lo  crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver  lo que se llevaba cada uno. Algunos lloraban, otros se reían y le decían:
—¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres  días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
Jesús crucificado con dos ladrones

Desde la cruz, Jesús, a pesar de que no tenía fuerza ni siquiera para sostener la cabeza, dijo cosas impresionantes:
- Dios mío, Dios mío,  ¿por qué me has abandonado?
- Padre, perdónales, que no saben lo que hacen
- Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
Jesús murió. Cogieron su cuerpo, lo envolvieron en una sábana y lo colocaron en un sepulcro.
Pusieron guardias en el sepulcro de Jesús para que
no robaran su cuerpo y dijeran que había resucitado



SAN LUCAS
A mí me toca contaros la parte más bonita de esta historia. ¡Cuánto me gusta contarla! La Buena Noticia es ésta: ¡Jesús resucitó! No acabó todo en la tarde del viernes santo. A los tres días resucito, tal y como nos había dicho.
Es verdad que nadie le vio resucitar. Pero empezamos a darnos cuenta de que algo maravilloso había sucedido cuando María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y Juan, y les dijo: 
—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» 
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, Entraron al sepulcro y vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Pero eso no fue todo. Jesús resucitado se apareció a sus discípulos en muchas ocasiones. Recuerdo que al anochecer del domingo estábamos los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: 
—«Paz a vosotros.» 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: 
—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» 
A veces nos costaba reconocerlo, pero os puedo asegurar que era él. Nos dimos cuenta de que era Jesús cuando partía el pan y cuando, mirándonos con amor, nos lo repartía.
            Un día los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
Jesús asciende al cielo. No lo podemos ver
pero lo podemos sentir en nuestro corazón

           Resucitó Jesús y él nos resucitó a nosotros. Resucitó nuestra alegría, nuestra ilusión, nuestra fuerza para anunciar a todos que Dios es nuestro Padre y nos quiere.

Domingo de ramos

lunes, 11 de abril de 2011

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?


La Pascua de resurrección es una fiesta que varía de año a año en relación con nuestros calendarios, pues está basada en el calendario Judío que se guía por la luna. El día central para calcular la Pascua y la cuaresma es el día de la Resurrección del Señor. Para saber la fecha de la cuaresma y su inicio, el miércoles de ceniza, debemos contar 40 días hacia atrás desde el domingo anterior al domingo de Resurrección (domingo de ramos o de palmas). Después del domingo de Resurrección se cuentan 40 días hasta la Ascensión (aunque la fiesta se celebra el Domingo siguiente); una semana después de la Ascensión se celebra Pentecostés fecha por la que se rige la Romería del Rocío y dos semanas después es el domingo de Corpus Christi.


¿Cómo se calcula la Fecha de la Pascua de Resurección?

Cuenta la historia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.

Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o "Pesaj", que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo.

Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con su discípulos, era una noche de luna llena.

Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en la luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril y tomando esta fecha como centro del Año litúrgico, las demás fechas se mueven en relación a esta y hay algunas fiestas que varían de fecha una o dos semanas.


En el Concilio de Nicea I se determinó que se conmemorase la Pascua el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinocio de primavera (en el hemisferio norte; equinoccio de otoño en el hemisferio sur). Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del evento se había ido adelantando hasta el punto de que en 1582, el desfase era ya de 10 días, y el equinocio se fechó en 11 de marzo.
Las fiestas religiosas están distribuidas dentro del año irregularmente. Unas son fijas como la Navidad, y otras son movibles, y la más interesante de todas es la Pascua de Resurrección.
Así ocurre que la Pascua cae necesariamente entre el 22 de marzo y el 25 de abril, en fechas variables cada año, según la posición de la Luna.
Ya en el Concilio de Arlés (en el año 314), se obligó a toda la Cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día, y que esta fecha habría de ser fijada por el papa.
Es en el Concilio de Nicea (en el año 325) donde se llega finalmente a una solución para este asunto. En él se estableció que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas determinadas normas:
  • La Pascua ha de caer en domingo.
  • Este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal). Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía.
  • La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinocio de primavera (vernal) del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.
  • Este equinocio tiene lugar el 21 de marzo.
Antes de proseguir es preciso dejar claro que en términos astronómicos, el equinoccio puede tener lugar el 20 o el 19 de marzo, si bien en el calendario gregoriano se establecen unas fechas astronómicas que, aún difiriendo ligeramente de las fechas astronómicas reales, son las que se emplean para el cálculo.
Así las cosas, queda claro que la Pascua de Resurrección no puede ser antes del 22 de marzo (en caso de que el 21 y plenilunio fuese sábado), y tampoco puede ser más tarde del 25 de abril, (suponiendo que el 21 de marzo fuese el día siguiente al plenilunio, habría que esperar una lunación completa (29 días) para llegar al siguiente plenilunio, que sería el 18 de abril, el cual, si cayese en domingo, habría que desplazar la Pascua una semana más para evitar la coincidencia con la pascua judía, quedando el 25 de abril).

viernes, 8 de abril de 2011

" Las fechas de Semana Santa varían de un año a otro porque dependen del Equinoccio de Primavera. "
Cristo

" Las fechas de Semana Santa varían de un año a otro porque dependen del Equinoccio de Primavera. "
En el siguiente listado enumeramos los días en los que dará comienzo las celebraciones de Semana Santa, el día marcado corresponde al Domingo de Ramos, cuando arranca la festividad.


 .
Virgen
 En 2012, la Semana Santa comenzará el primer domingo de Abril, el día 1 Abril.

 En 2013, la Semana Santa comenzará el 24 Marzo, el último domingo del mes y el Domingo de Ramos.

 En 2014, la Semana Santa comenzará el Domingo de Ramos, el 13 Abril.

 En 2015, la Semana Santa comenzará el 29 Marzo, el Domingo de Ramos.
 En 2016, la Semana Santa comenzará el domingo 20 Marzo.

 En 2017, la Semana Santa comenzará el  domingo día 9 Abril.

 En 2018, la Semana Santa comenzará el Domingo de Ramos, el 25 Marzo.

 En 2019, la Semana Santa comenzará el 14 Abril, el Domingo de Ramos.

 En 2020, la Semana Santa comenzará el 5 Abril, el primer domingo del mes.
 En 2021, la Semana Santa comenzará el 28 Marzo, el uĺtimo domingo del mes.

 En 2022, la Semana Santa comenzará el Domingo de Ramos, que en ese año será el 10 Abril.
Nazarenos

 En 2023, la Semana Santa comenzará el 2 Abril, el primer domingo que será el Domingo de Ramos.
 En 2024, la Semana Santa comenzará el domingo 24 Marzo.

 En 2025, la Semana Santa comenzará el 13 Abril, el Domingo de Ramos.

 En 2026, la Semana Santa comenzará el 29 Marzo, el último domingo del mes y el Domingo de Ramos.
 En 2027, la Semana Santa comenzará el Domingo de Ramos, que ese año caerá el 21 Marzo.

 En 2028, la Semana Santa comenzará el domingo 9 Abril, el Domingo de Ramos.

jueves, 7 de abril de 2011

CUENTO JAPONÉS: LOS VEINTE JARRONES MAGNÍFICOS

Irasshaimase (Bienvenido)
Mukashi mukashi (昔昔, 昔々, むかしむかし) o lo que es o mismo "Érase una vez, hace mucho tiempo, existió un príncipe muy poderoso al que le gustaba mucho viajar. En cada viaje traía jarrones, jarrones magníficos de gran finura y belleza suprema y, hasta el momento, su colección albergaba 20 jarrones.

Pasaba mucho tiempo contemplando embelesado aquellas maravillas pero, un día, una criada rompió un jarrón y el píncipe se enfureció tanto que la condenó a muerte.

Uno de los súbditos del príncipe supo de lo ocurrido, le pidió audiencia y, cuando estuvo en su presencia le dijo:

- Majestad conozco una fórmula mágica con la que podré recomponer el jarrón roto. Os aseguro que no quedará señal alguna, pero es preciso que me mostréis todos los jarrones.

El príncipe lo condujo al salón en cuya mesa central y sobre un tapiz finísimo estaban los jarrones. El súbdito contempló la maravilla y, de pronto, tiró con fuerza del tapiz de manera que todos quedaron rotos en mil y un pedazos.

- Tarde o temprano, estos jarrones hubiesen costado la vida de 19 personas más- dijo el súbdito ante el rostro estupefacto del príncipe-. Tomad mi vida y moriré contento sabiendo que con una muerte habrá bastante.

El príncipe comprendió su injusticia. Todos los jarrones no valían la vida de una persona, y perdonó la vida de su valiente súbdito."

またね (matta ne) “Hasta luego”

miércoles, 6 de abril de 2011

martes, 5 de abril de 2011

Rona y la luna

(Cuento de Nueva Zelanda)

En una hermosa playa de arenas plateadas, en la costa norte de Nueva Zelanda, vivía una mujer maorí llamada Rona. Cada día, el esposo de Rona junto a sus hijos salían en sus canoas a pescar. Al atardecer, Rona cuidaba que las piedras para cocinar estuvieran bien calientes, para poder preparar la cena con el pescado fresco que traían a casa.
Una noche de luna llena, cientos y miles de peces subieron a la superficie del mar y podía verse el fulgor de sus escamas plateadas.
-Es una noche perfecta para ir pescar- dijo el esposo de Rona-. Me llevaré a los niños y pasaremos toda la noche y el día de mañana pescando. Regresaremos mañana por la noche a esta misma hora, así que debes tener las piedras preparadas para que podamos cocinar un gran festín.
Rona le prometió a su esposo que así sería. Al día siguiente, desde muy temprano se esmeró recogiendo madera y piedras para cocinar. De vez en cuando, echaba agua a las piedras, pues éstas no debían estar muy calientes, para no quemar el pescado. Al caer la tarde, el sol se escondió en el mar dejando brillantes estelas doradas, mientras en el ocaso aparecía la luna. Rona, deslumbrada con el hermoso paisaje, se quedó dormida en un profundo sueño.
Ya era de noche cuando escuchó a lo lejos a los hombres que regresaban en sus canoas. Rona despertó sobresaltada y se acercó al fuego. Las piedras estaban ardiendo, pues hacía horas que no las mojaba. Tomó las calabazas donde trasportaba el agua y corrió al río. El camino estaba lleno de piedras y a tropezones Rona trepó cerro arriba, maldiciendo y reclamando sin parar.
Finalmente, llegó al río y llenó las calabazas con agua. Con una calabaza en cada cadera bajó corriendo y justo cuando atravesaba la cuesta más empinada, la luna se escondió tras una nube dejando la noche en una oscuridad absoluta. Rona tropezó y cayó al suelo. Las calabazas se rompieron y toda el agua se derramó. Rasguñada y adolorida, la mujer se puso de pie y en ese instante la luna volvió a aparecer.
- ¡Idiota! ¡Inútil trozo de roca que estás en el cielo, mira lo que pasó por tu culpa! ¡Pokokuha inútil!-, gritó Rona enfurecida.
La luna, que era un ser tranquilo, se enojó mucho al escuchar los insultos de Rona y descendió del cielo para llevarse a la mujer.
Cuando los hombres llegaron a la playa, encontraron un gran fuego encendido y las piedras demasiado calientes para cocinar. ¿Dónde estaba Rona? La buscaron por todas partes, hasta que amaneció y volvió a anochecer. Muy cansados, se dejaron caer sobre la arena y al mirar fijamente a la luna pudieron ver la silueta de una mujer que sostenía dos calabazas, una en cada brazo.
Rona había dejado escapar tantas maldiciones que en castigo fue condenada a vagar por los cielos para siempre. “Kia mahara ki te he o Rona”- dicen los maoríes-. “Recuerden lo que le pasó a Rona”.

Rona

El elefante encadenado

EL ELEFANTE ENCADENADO

domingo, 3 de abril de 2011

Maestra, ¿qué es el amor?

Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:
  • Maestra… ¿qué es el amor?
La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
  • Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El primer alumno respondió:
  • Yo traje esta flor… ¿no es bonita?
A continuación, otro alumno dijo:
- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella:
  • Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?
La criatura, tímidamente, respondió:
- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…
Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?
La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.
El amor es algo que se siente.
Hay que tener sensibilidad para vivirlo.