CUENTO JAPONÉS: LOS VEINTE JARRONES MAGNÍFICOS
Mukashi mukashi (昔昔, 昔々, むかしむかし) o lo que es o mismo "Érase una vez, hace mucho tiempo, existió un príncipe muy poderoso al que le gustaba mucho viajar. En cada viaje traía jarrones, jarrones magníficos de gran finura y belleza suprema y, hasta el momento, su colección albergaba 20 jarrones.
Pasaba mucho tiempo contemplando embelesado aquellas maravillas pero, un día, una criada rompió un jarrón y el píncipe se enfureció tanto que la condenó a muerte.
Uno de los súbditos del príncipe supo de lo ocurrido, le pidió audiencia y, cuando estuvo en su presencia le dijo:
- Majestad conozco una fórmula mágica con la que podré recomponer el jarrón roto. Os aseguro que no quedará señal alguna, pero es preciso que me mostréis todos los jarrones.
El príncipe lo condujo al salón en cuya mesa central y sobre un tapiz finísimo estaban los jarrones. El súbdito contempló la maravilla y, de pronto, tiró con fuerza del tapiz de manera que todos quedaron rotos en mil y un pedazos.
- Tarde o temprano, estos jarrones hubiesen costado la vida de 19 personas más- dijo el súbdito ante el rostro estupefacto del príncipe-. Tomad mi vida y moriré contento sabiendo que con una muerte habrá bastante.
El príncipe comprendió su injusticia. Todos los jarrones no valían la vida de una persona, y perdonó la vida de su valiente súbdito."
Pasaba mucho tiempo contemplando embelesado aquellas maravillas pero, un día, una criada rompió un jarrón y el píncipe se enfureció tanto que la condenó a muerte.
Uno de los súbditos del príncipe supo de lo ocurrido, le pidió audiencia y, cuando estuvo en su presencia le dijo:
- Majestad conozco una fórmula mágica con la que podré recomponer el jarrón roto. Os aseguro que no quedará señal alguna, pero es preciso que me mostréis todos los jarrones.
El príncipe lo condujo al salón en cuya mesa central y sobre un tapiz finísimo estaban los jarrones. El súbdito contempló la maravilla y, de pronto, tiró con fuerza del tapiz de manera que todos quedaron rotos en mil y un pedazos.
- Tarde o temprano, estos jarrones hubiesen costado la vida de 19 personas más- dijo el súbdito ante el rostro estupefacto del príncipe-. Tomad mi vida y moriré contento sabiendo que con una muerte habrá bastante.
El príncipe comprendió su injusticia. Todos los jarrones no valían la vida de una persona, y perdonó la vida de su valiente súbdito."
またね (matta ne) “Hasta luego”
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